Mi perro tiene un prolapso de la glándula lagrimal
El prolapso de la glándula lagrimal en perros, más conocido como “ojo de cereza”, es un problema ocular que ocurre más de lo que nos imaginamos y que puede provocar molestias y poner en peligro el bienestar del animal si no se trata a tiempo. A lo largo de las siguientes líneas, vamos a contarlo todo sobre el prolapso de la glándula lagrimal de la membrana nictitante y cómo podemos solucionarlo.
Empecemos por el principio:
¿Qué es el prolapso de la glándula lagrimal?
Los perros tienen una estructura ocular llamada tercer párpado (también conocido como membrana nictitante), que protege el globo ocular y ayuda a distribuir la lágrima. En la base de este tercer párpado se encuentra una pequeña glándula encargada de producir una parte importante de las lágrimas.
Cuando esa glándula se inflama o se debilitan los tejidos que la mantienen en su sitio, puede desplazarse hacia fuera, apareciendo como una masa rosada, redondeada y visible en la esquina interna del ojo. A eso lo llamamos prolapso de la glándula lagrimal, y aunque no siempre causa dolor, sí puede generar molestias, infecciones y la generación continua de lágrimas, por lo que parecerá que al perro le llora el ojo todo el tiempo.
¿Cómo puedo saber si mi perro tiene un prolapso?
La señal más clara y evidente es la aparición de una protuberancia redonda y rosada en el interior del ojo, muy cerca del lagrimal. Cuando vienen a la clínica, muchas personas lo describen como una “bolita de carne” o “ojo rojo” que aparece de un día para otro. Es habitual que el perro comience a frotarse el ojo con la pata o contra los muebles, algo que puede empeorar el problema o causar una irritación aun mayor.
También puede haber un aumento del lagrimeo, enrojecimiento en la zona ocular y una gran sensibilidad a la luz. Si se infecta, incluso puede haber secreciones y una sensación de dolor palpitante. Ante cualquier bulto o cambio en el aspecto del ojo, lo más recomendable es acudir de inmediato a vuestro veterinario de confianza para valorar el estado del ojo.
¿Por qué ocurre?
El prolapso suele tener un componente hereditario, por lo que algunas razas son más propensas a padecerlo. Entre ellas destacan los bulldogs, cocker spaniels, beagles, shih tzus o lhasa apsos. Además, los perros jóvenes, normalmente menores de un año, tienen más riesgo, ya que sus tejidos aún no han alcanzado su madurez estructural.
También pueden influir los traumatismos, infecciones o alteraciones en la anatomía del ojo que generen presión en la glándula.
¿Qué tratamiento necesita?
El tratamiento más habitual (y eficaz) es la cirugía. En la mayoría de los casos, se recomienda reposicionar la glándula en su sitio original, mediante una intervención sencilla que se realiza bajo anestesia. Esta técnica permite conservar la función lagrimal y prevenir complicaciones en el ojo a largo plazo. No es recomendable extirpar la glándula, salvo en casos extremos, ya que al eliminarla el ojo pierde una fuente importante de lágrimas y podría desarrollarse una enfermedad llamada queratoconjuntivitis seca (ojo seco crónico).
En los casos más leves y recientes, el veterinario puede optar por un tratamiento antiinflamatorio tópico y observar la evolución durante unos días, aunque suele ser una solución temporal. Si la glándula se prolapsa de nuevo, lo más probable es que se indique finalmente la cirugía.
¿El prolapso de la glándula lagrimal puede dejar secuelas?
La mayoría de los perros tratados quirúrgicamente se recuperan al 100% y sin problemas, pero como en cualquier intervención, puede haber problemas (que la glándula vuelva a salirse) o infecciones postoperatorias. Por eso es muy importante seguir las recomendaciones del veterinario tras la operación, aplicar los colirios indicados y evitar que el animal se frote los ojos durante los primeros días.
Si no se trata, el prolapso puede causar una irritación cada vez mayor, infecciones e incluso una disminución en la producción de lágrimas, lo que provoca sequedad ocular, úlceras y, en casos extremos, pérdida de visión.
¿Cómo afecta a la salud general del perro?
Aunque el prolapso de la glándula lagrimal no suele ser algo muy grave, sí afecta directamente a la calidad de vida del perro. El ojo es un órgano muy sensible, y cualquier alteración que provoque incomodidad o pérdida de lubricación puede terminar generando un problema ocular mayor. Detectarlo a tiempo y actuar con rapidez evita complicaciones y reduce la necesidad de tratamientos más invasivos en el futuro.
¿Has notado algo raro en el ojo de tu perro? En Clínica Veterinaria Argos, contamos con profesionales que pueden valorarlo y aplicar el tratamiento más adecuado en caso de que sea necesario. Si tienes dudas o quieres pedir cita, ponte en contacto con nosotros sin compromiso.